MOTIVACIÓN

"La motivación es la fuerza esencial que nos mueve como individuos y nos conecta como sociedad."

miércoles, 24 de septiembre de 2025

“Del saber al saber hacer: cómo la formación profesional transforma a las empresas”

 

Hablar de educación y formación es hablar de dos caras de una misma moneda. Aunque a menudo se usan como sinónimos, lo cierto es que no significan lo mismo ni cumplen la misma función. La educación, en su sentido más amplio, busca el desarrollo integral de la persona, dotándola de conocimientos generales, valores y capacidad crítica. La formación, por el contrario, se centra en preparar a las personas para tareas concretas, aportando habilidades prácticas y competencias directamente aplicables al mundo del trabajo.

En el entorno laboral actual, donde los cambios son constantes y las exigencias de las empresas evolucionan a gran velocidad, comprender estas diferencias resulta esencial. El modelo educativo aporta la base cultural y teórica, ese “saber” que permite a un profesional entender por qué hace lo que hace, anticipar problemas y adaptarse a nuevas situaciones. La formación, en cambio, representa el “saber hacer”: la destreza manual, la técnica precisa, la capacidad de transformar los conocimientos en acciones concretas y efectivas.

En los últimos años, ha ido ganando protagonismo un modelo intermedio, el llamado aprendizaje dual o mixto, que combina teoría y práctica en entornos reales de trabajo. De esta manera, se busca un equilibrio entre la amplitud de la educación y la inmediatez de la formación, con resultados muy positivos para la inserción laboral de los estudiantes y para la competitividad de las empresas que los acogen.



Dentro de la formación que se aplica en el ámbito laboral conviene diferenciar entre la formación reglada y la no reglada. La primera está vinculada al sistema educativo oficial: formación profesional, certificados de profesionalidad o títulos universitarios. Su principal fortaleza es que proporciona un marco estructurado y reconocido, que asegura un nivel de conocimiento y una cualificación contrastada. La segunda, la formación no reglada, nace directamente de las necesidades de las empresas y suele organizarse a través de cursos internos, talleres o programas a medida. Aquí el objetivo es más inmediato: dar respuesta a cambios tecnológicos, nuevos procesos o necesidades específicas de un puesto.




Ambas tienen su importancia. La reglada aporta solidez y reconocimiento oficial, mientras que la no reglada ofrece flexibilidad y rapidez de respuesta. Pero en ambos casos se repite la misma idea: no basta con acumular información, ni tampoco con aprender un procedimiento de forma mecánica. Para que la formación tenga un verdadero impacto en la empresa es necesario unir el “saber” con el “saber hacer”, es decir, comprender los fundamentos y al mismo tiempo aplicarlos con eficacia en la práctica.




Y es aquí donde la figura del formador profesional cobra todo su sentido. Un buen formador no se limita a impartir contenidos, sino que actúa como mediador entre el conocimiento y la acción. Es capaz de diseñar programas ajustados a la realidad de la empresa, teniendo en cuenta sus objetivos, su cultura organizativa y las características de sus trabajadores. También sabe elegir las metodologías más adecuadas: a veces una sesión teórica es suficiente, en otras ocasiones resultan más efectivos los talleres prácticos, la simulación de casos reales o la formación online combinada con prácticas presenciales.




La labor del formador profesional es, además, estratégica. Su intervención no solo garantiza que los trabajadores aprendan una técnica, sino que se formen en competencias transferibles: la capacidad de resolver problemas, trabajar en equipo, adaptarse a nuevas tecnologías o mantener una actitud de aprendizaje continuo. Todo esto repercute directamente en la motivación y en el compromiso de los empleados, que perciben la formación no como una obligación, sino como una oportunidad real de crecimiento.

En este punto conviene diferenciar otra figura muy presente en la actualidad: la del divulgador de información. Con la expansión de internet y las redes sociales, muchos profesionales —y también aficionados con cierto nivel de conocimiento— comparten contenidos accesibles, dinámicos y atractivos. Su misión es acercar ideas, conceptos o tendencias a un público amplio, despertando interés y curiosidad. Un divulgador puede explicar en pocos minutos una técnica culinaria, resumir claves de liderazgo en un post o comentar las últimas novedades de un sector en un vídeo. Esta labor tiene un valor indiscutible: inspira y motiva, pero su alcance suele quedarse en la superficie del conocimiento.


El formador profesional, en cambio, va mucho más allá. No se limita a informar o inspirar, sino que orienta la enseñanza hacia un entorno laboral real. Diseña procesos formativos pensados para que lo aprendido pueda aplicarse de inmediato en el trabajo, y acompaña a los empleados en la adquisición de competencias prácticas y transferibles. Mientras el divulgador abre puertas al conocimiento, el formador guía el recorrido completo, asegurando que la teoría se convierta en práctica y que el aprendizaje se traduzca en resultados tangibles para la empresa.

La diferencia fundamental está en la finalidad: el divulgador informa y populariza; el formador forma, entrena y transforma. En un entorno empresarial, los divulgadores son una excelente fuente de motivación y actualización, pero solo el formador profesional garantiza la transferencia de lo aprendido a la realidad diaria de los equipos. Dicho de otro modo: la divulgación se centra en el “qué”, mientras que la formación profesional pone el acento en el “cómo” y el “para qué”.


                          

En definitiva, educación y formación no son conceptos opuestos, sino complementarios. La primera proporciona la base de conocimientos y la capacidad crítica, la segunda aporta las destrezas prácticas, y el formador profesional es el puente que une ambos mundos para que las empresas y sus trabajadores crezcan juntos. Apostar por una formación de calidad, diseñada y guiada por especialistas, no es un gasto, sino una inversión estratégica en el futuro de la organización.

viernes, 15 de agosto de 2025

SALMONELA. NUESTRA ENEMIGA DEL VERANO.




Todos los veranos nos encontramos ante la misma tesitura, ya sea como hosteleros o como clientes: cuidado con la Salmonela

El calor y la humedad son los enemigos números uno de la comida en nuestras casas y en los establecimientos de comida públicos. La masificación del turismo y las (a veces) precarias condiciones del entorno laboral aumentan las posibilidades de generar y transmitir enfermedades de origen vírico y bacteriano a través de la comida y el servicio de la misma.

En este caso me voy a referir de la Salmonela. De acuerdo con los datos aportados por la "Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica", en España, el número de casos notificados (2019-2023) han pasado de ser de 1.473 a 12.083, habiéndose producido 414 hospitalizaciones y 13 defunciones ese último año.

Por otro lado, en el informe también se detallan que los alimentos más frecuentemente implicados fueron:

  • Huevos y productos elaborados con huevo (mayonesa, salsas caseras)

  • Carnes crudas o mal cocinadas

  • Verduras y frutas contaminadas

Después de haber visto estos datos, me gustaría explicarte un poco mejor que es la Salmonela y algunas consideraciones e implicaciones que tiene en la salud de los consumidores.

Salmonela: qué es, cómo se transmite y cómo prevenirla en hostelería

La salmonela es una de las bacterias más conocidas en el ámbito alimentario debido a su capacidad para causar intoxicaciones alimentarias. Conocer su origen, formas de transmisión y las medidas adecuadas para controlarla es fundamental en la hostelería, donde la manipulación de alimentos es constante y las consecuencias de un brote pueden ser graves.

Qué es la salmonela

La salmonela es un bacteria patógena que provoca la salmonelosis, una infección intestinal que puede generar síntomas como diarrea, fiebre, dolor abdominal, náuseas y vómitos. Su gravedad varía según la cantidad de bacterias ingeridas y la salud de la persona afectada, siendo especialmente peligrosa para niños, ancianos y personas con sistemas inmunitarios debilitados.

Origen de la salmonela

Esta bacteria se encuentra principalmente en alimentos de origen animal como carne, huevos, leche y sus derivados. También puede estar presente en frutas y verduras si han sido contaminadas durante su cultivo o manipulación. El origen de la contaminación suele ser:

  • Animales portadores que no muestran síntomas. 

  • Entornos contaminados, como superficies, utensilios y maquinaria en cocinas y fábricas.

  • Agua o hielo contaminado usado en la preparación de alimentos.

Formas de transmisión

La salmonela se transmite principalmente por la ingesta de alimentos contaminados. Sin embargo, existen otras vías importantes:

  • Contacto con superficies, utensilios o manos contaminadas.

  • Consumo de alimentos crudos o mal cocinados.

  • Contaminación cruzada entre alimentos crudos y cocinados.

Medidas para su destrucción

La salmonela es sensible a la temperatura, por lo que una correcta cocción de los alimentos es la forma más efectiva de eliminarla:



  • Cocinar carnes, aves, huevos y pescados a temperaturas adecuadas (generalmente iguales y/o superiores a 70 °C en el interior).

  • Evitar el consumo de huevos crudos o poco cocidos.

  • Calentar productos elaborados que hayan sido almacenados en frío antes de servirlos.

Medidas para su prevención

Prevenir la salmonela requiere aplicar buenas prácticas de higiene en todas las fases de la manipulación alimentaria:

  1. Higiene personal: lavarse las manos correctamente antes y durante la manipulación de alimentos.

  2. Control de materias primas: comprar alimentos de proveedores confiables y revisar fechas de caducidad y condiciones de conservación.

  3. Almacenamiento adecuado: mantener alimentos perecederos refrigerados a menos de 5 °C y congelados a -18 °C o menos.

  4. Separación de alimentos crudos y cocinados: evitar la contaminación cruzada usando utensilios, tablas de cortar y superficies diferenciadas.

  5. Limpieza y desinfección: desinfectar regularmente superficies, utensilios y maquinaria

  6. Desinfectar con lejía alimentaria aquellos alimentos que se van a consumir crudos, como hortalizas y verduras.

  7. Establecer registros de trazabilidad cuando exista transporte de alimentos crudos y cocinados. Es importante justificar nuestros procedimientos ante la autoridad sanitaria para depurar responsabilidades legales en caso de contaminación alimentaria.

  8. Formación del personal: capacitar a todos los trabajadores en seguridad alimentaria y riesgos de la salmonela.



Acciones correctoras en caso de contaminación

Si se detecta un brote de salmonela o alimentos sospechosos:

  • Retirar inmediatamente los productos contaminados.

  • Notificar a las autoridades sanitarias según la normativa vigente.

  • Desinfectar completamente el área de preparación y utensilios.

  • Revisar y reforzar las prácticas de higiene y seguridad alimentaria en el establecimiento.

  • Realizar un seguimiento del personal y clientes afectados si procede.





La salmonela es un riesgo real en la hostelería, pero con prevención adecuada, higiene estricta y control de temperaturas, se puede reducir significativamente. Mantener a los trabajadores formados y aplicar protocolos de seguridad alimentaria es clave para proteger tanto a los clientes como la reputación del negocio.


jueves, 22 de mayo de 2025

Productos de temporada


Productos de temporada de primavera en la cocina profesional: frescura, sostenibilidad y sabor

La primavera es una estación de transición que despierta el color y la vida en el mundo vegetal, marcando el inicio de una etapa de abundancia y renovación para la cocina profesional. Los productos de temporada que florecen en estos meses no solo enriquecen las propuestas gastronómicas con su frescura y sabor, sino que también refuerzan el compromiso con la sostenibilidad, la economía local y la creatividad culinaria. Aprovechar los ingredientes que ofrece la primavera implica comprender sus particularidades, adaptar las técnicas de cocinado y diseñar menús que reflejen lo mejor de cada territorio en este momento del año.


La importancia de trabajar con productos de temporada

Los productos de temporada son aquellos que se encuentran en su punto óptimo de maduración y recolección durante una época específica del año. En primavera, las temperaturas más suaves y el aumento de las horas de luz permiten que broten una gran variedad de frutas, verduras, hortalizas y hierbas aromáticas. En cocina profesional, trabajar con productos de temporada ofrece múltiples ventajas: garantiza materias primas de mayor calidad organoléptica, reduce costes logísticos, respeta los ciclos naturales del ecosistema y apoya a los productores locales.

Además, desde el punto de vista del comensal, los platos elaborados con ingredientes de temporada evocan una conexión emocional con el entorno y el calendario, reforzando la autenticidad de la experiencia gastronómica. En un contexto donde la restauración de calidad pone cada vez más en valor el origen y la trazabilidad de los productos, la cocina de temporada se convierte en una herramienta estratégica para la diferenciación y la excelencia.

Productos vegetales de primavera: frescura, color y textura

En primavera destacan una serie de vegetales que aportan frescura y variedad a las cartas. Uno de los productos estrella es el espárrago, tanto blanco como verde, cuyo sabor delicado y textura firme lo convierten en un ingrediente muy versátil. Puede utilizarse en preparaciones en caliente (a la plancha, hervido, al vapor) o en frío (ensaladas, escabeches, sopas frías).

Otro clásico de la temporada es la alcachofa, cuyo amargor característico y textura carnosa permiten desde guisos tradicionales hasta técnicas modernas como confitado o cocción a baja temperatura. En la misma línea, las habas frescas y los guisantes brillan por su dulzura natural y su vibrante color verde. Estos ingredientes se pueden utilizar en cremas, salteados, arroces, menestras o como guarnición de carnes y pescados.

La acelga, la espinaca y otras hojas verdes de primavera aportan suavidad y propiedades nutricionales, ideales para salteados, rellenos, tortillas o bases para pastas. También proliferan en esta estación productos menos comunes como el hinojo fresco, con sus notas anisadas, o los brotes de lúpulo, conocidos como “espárragos silvestres”, que se valoran en la cocina de proximidad.

  Frutas de primavera: dulzor, acidez y colorido

Aunque la mayoría de frutas veraniegas aún no han alcanzado su punto, en primavera empiezan a llegar las primeras fresas, cerezas y nísperos. Estos frutos, con su intensidad cromática y equilibrio entre dulzor y acidez, son ideales para postres frescos, compotas, salsas frías, jugos, helados o para maridar con ingredientes salados como quesos o foie.

También se pueden aprovechar los cítricos tardíos, como la naranja sanguina o algunas variedades de pomelo, que aportan un contrapunto refrescante en platos fríos o ceviches. Las peras de agua y algunas manzanas de guarda completan la oferta frutal del final del invierno y el principio de la primavera

Proteínas y otros productos de temporada

La primavera también influye en la disponibilidad de ciertos productos animales, especialmente en la cocina de proximidad. Es el caso de las carnes de cordero lechal, muy presentes en celebraciones de Semana Santa o Pascua, que se caracterizan por su ternura y sabor suave.

En cuanto a pescados, la temporada de atún rojo se inicia en muchas regiones costeras, especialmente en el sur de España, donde se practican métodos de captura tradicionales como la almadraba. También es temporada de boqueróncaballasardina y bacaladilla, especies ideales para escabeches, frituras y conservas en cocina profesional.

Entre los productos más cotizados de primavera se encuentran las setas silvestres, como las colmenillas, los perrechicos y los marzuelos. Estas variedades, de recolección limitada y gran valor gastronómico, se suelen emplear en salteados, guarniciones o para aromatizar fondos, mantequillas y salsas.

Aplicaciones gastronómicas en la cocina profesional

Para el cocinero profesional, la primavera es una oportunidad para renovar el menú, mostrar la creatividad y fomentar una cocina más saludable, basada en productos frescos y de proximidad. Las técnicas culinarias que mejor se adaptan a esta temporada son aquellas que conservan el sabor natural de los alimentos: cocciones cortas, técnicas al vapor, salteados, marinados o presentaciones en crudo como carpaccios o tartares.

Además, en la planificación de menús de primavera se pueden crear platos ligeros, con menos grasas, y más orientados a resaltar la naturalidad de los productos. La estética también juega un papel importante: los colores vibrantes de los vegetales primaverales permiten presentaciones más llamativas y refinadas.

La gestión de compras y la relación con proveedores locales es otro pilar clave en el uso de productos de temporada. Trabajar con cooperativas, huertos urbanos, mercados de agricultores y lonjas pesqueras garantiza frescura, trazabilidad y una historia detrás de cada plato.


viernes, 16 de mayo de 2025

El modelo turístico y el liderazgo empresarial

DEBATE EN LA ESCUELA

Cuando yo estudiaba en las escuelas de Hostelería de Huesca y Alicante, era frecuente asistir a charlas motivacionales de profesionales ligados a los sectores de la Hostelería y del Turismo. Y con la misma frecuencia, se lanzaban 2 debates. El primero consistía en debatir sobre si España podría superar o no en número de turistas a Francia. Y el segundo consistía en debatir sobre si para  dirigir y liderar un negocio de Hostelería y Turismo, era necesario ser un especialista en ello.



Pues bien, si lo  que esperas es que te hable del primer debate (por el orden propuesto), tendrás que esperar a otro momento.

En este post me referiré al segundo debate porque, en la actualidad, el sector está inmerso en una pequeña crisis de identidad que merece ser atendida con consideración.

CRISIS EN LA HOSTELERÍA

Es cierto que el destino turístico y gastronómico de España está considerado como uno de los mejores y más reconocidos del mundo. Y es tan cierto como que la "marca España" está asociada a la imagen de comida, bebida, toros y sevillanas y olé. Todos ellos son conceptos atribuidos a nuestro estilo de vida, reconocida en su gran parte por su inclinación al ocio y disfrute. 

Actualmente, y a día de hoy, tenemos 3 restaurantes en la lista de los 5 mejores restaurantes del mundo. 

- 1. Disfrutar (Barcelona)

- 2. Etxebarri (Axpe)

- 4. DiverXO (Madrid)

Ellos son nuestros mejores referentes y los abanderados del actual modelo turístico y gastronómico, liderando y gestionando, año a año, las novedosas propuestas de éxito que hacen elevar la cima del éxito todavía más alto que lo que consiguieron nuestros antecesores. 

Pero, entonces, ¿cómo es posible hablar de crisis de identidad si estamos hablando que tenemos un modelo de éxito contrastado?

Pues bien, aunque la respuesta tiene muchos matices (de los cuales iremos hablando en futuros blogs), uno de los principales motivos es la escasa formación con la que cuenta el empresario y gran parte de los trabajadores del sector. 

Para trabajar en una cocina, o en la barra de un bar,  sólo es necesario poseer el carnet de manipulador de alimentos. Para trabajar en la recepción de un hotel, o como director, sólo es necesario tener la voluntad de hacerlo. En ambos casos, formarse para trabajar en estas áreas aporta una ventaja sobre el que no se forma, pero a veces es más recomendable contar con las ganas de aprender que no saber (o no querer) aplicar lo aprendido. 

Finalmente, todo queda en manos del gestor, el empresario, el encargado, ... 




Para montar un establecimiento de Hostelería y Turismo, sólo es necesario tener dinero (y acceso a él). Para mantener abierto el establecimiento, sólo es necesario saber administrar una empresa, no sobrepasar los costes y aplicar técnicas y precios de venta que permitan generar ingresos y darle vida al negocio. 

ÉXITO EMPRESARIAL

Para alcanzar el éxito empresarial hay que dotar de alma a la empresa y crear una cultura propia en la que todos sus integrantes creen en ella. Y hay algunos empresarios defienden la cultura de ganar dinero a toda costa, otros empresarios defienden la cultura de fidelizar clientes, y otros defienden la cultura del crecimiento. Y es en esta cultura en la que me quiero detener. Porque crecer significa muchas cosas, e implica muchas más.

Crecer como empresa es trazar un camino con visión, establecer un punto de partida claro y avanzar con objetivos firmes que guíen cada decisión hacia el éxito. Tal y como lo hacen aquellos referentes anteriormente nombrados.

Una de las características que definen a un buen líder es establecer aquellos objetivos que se deben  alcanzar para adaptarnos y optimizar nuestros recursos a las necesidades actuales, teniendo en cuenta que éstas se actualizan cada vez con mayor frecuencia.

Y en este punto, es cuando volvemos a nuestro punto de partida. ¿Puede un empresario (gestor o encargado) establecer esos objetivos si no conoce todos aquellos aspectos de la profesión sobre los cuáles se han de establecer? 




La respuesta, por mucho que haya a quien le duela, es NO. Y para justificar esta respuesta, debemos comenzar citando que existen 2 objetivos fundamentales que debemos establecer cuando creamos una empresa: el Objetivo Externo y el Objetivo Interno.

El Objetivo Externo es el que atiende a las necesidades de nuestros clientes. Conocer a nuestro cliente es conocer sus necesidades, por lo que atender sus necesidades nos permitirá conectar y fidelizar con él.

En el anterior post hablábamos de la "Industria de la felicidad", y de que somos gestores de las emociones, por lo que nunca sería posible alcanzar un objetivo económico sin fijar antes antes un objetivo emocional. A partir de ahí, si queremos establecer un objetivo económico, debemos vender una serie de productos, bienes y servicios que permita a la empresa crear sus propios recursos económicos, que podremos utilizar para reinvertir y reinventar nuevos objetivos y establecer nuevas metas. 

El Objetivo Interno es el que establecemos en torno a los recursos humanos, pues difícilmente compartirán su esfuerzo con la empresa si no creen en su mensaje o sus objetivos. Todo empresario, empresa u organización depende de la labor del equipo humano que la compone, quien hará uso de los recursos puestos a su disposición para generar aquellos productos, bienes o servicios que generarán los recursos económicos necesarios para garantizar el crecimiento de la empresa. 

Por tanto, es un Objetivo Interno prioritario motivar al recurso humano de una empresa para maximizar su rendimiento laboral, consiguiendo mejores resultados con un esfuerzo más medido.

LA HOSTELERÍA HOY

Actualmente, las necesidades humanas y laborales son muy diferentes a como eran hace un tiempo, siendo necesario "conciliar" ambas necesidades, que sería el significado del término "conciliación". 

Si nuestra intención es liderar un grupo humano, que sea capaz de conseguir los mejores resultados, y que permita a una empresa crecer sin límites, es necesario conocer muchos aspectos (y todo sin haber hablado de los procesos productivos) acerca del sector en el cual quieras invertir tu conocimiento, tu tiempo y tu dinero. In that order.

En futuros post, mostraré diferentes tipos de organización que pueden llegar a adoptar las empresas para lograr alcanzar las empresas, teniendo en cuenta que ninguno sea mejor o peor que otros, puesto que cada uno tiene sus particularidades, ventajas e inconvenientes.

Si quieres saber qué tipo de líder eres (o quieres llegar a ser, te propongo un pequeño cuestionario que te servirá para realizar un pequeño ejercicio de introspección. No hay respuestas correctas o incorrectas. 

Pincha aquí

Instrucciones para interpretar los resultados:

  1. Revisa cada respuesta que diste en las 10 preguntas.
  2. Anota cuántas veces elegiste cada letra (A, B, C o D).
  3. Consulta la siguiente tabla para descubrir qué tipo de líder eres según la letra que más marcaste.

 

Letra Elegida

Tipo de Líder

Descripción breve

Mayoría A

Líder Autoritario

Tomas el control, das instrucciones claras y supervisas cada paso. Te enfocas en la disciplina, los resultados y la eficiencia. Ideal en situaciones de crisis o alta exigencia, pero puede limitar la creatividad del equipo.

Mayoría B

Líder Democrático

Fomentas la participación y la toma de decisiones conjunta. Valoras la opinión del equipo, promueves la cohesión y el compromiso. Sueles generar ambientes de confianza y motivación.

Mayoría C

Líder Laissez-Faire

Confías plenamente en tu equipo y les das libertad para actuar. Intervienes poco, lo que puede fomentar la creatividad, aunque también puede generar desorganización si no hay autonomía real.

Mayoría D

Líder Transformacional

Eres una fuente de inspiración. Te enfocas en el crecimiento personal de tu equipo y los motivas con una visión de futuro. Promueves el cambio, el aprendizaje continuo y la mejora constante.



 

sábado, 10 de mayo de 2025

Hostelería, Turismo y Motivación

 Decía José Luis Izuel (ilustre presidente de Hostelería de España), que la hostelería es la industria de la felicidad. Y no creo que haya nadie en la faz de la tierra que pueda estar en desacuerdo.

La Hostelería, seguramente, sea una de las industrias más difíciles y complejas de gestionar, porque si gestionar productos perecederos ya es difícil de por sí, gestionar las emociones humanas de nuestra clientela lo es todavía más.

Mantener la serenidad, controlar la euforia, levantar el desánimo, ..., han sido pilares fundamentales del servicio al cliente. Dar buena comida, en gran cantidad, de forma rápida, ..., han sido pilares fundamentales del servicio de comida y bebida. Juntos, han sido la definición perfecta de lo que significa atender las necesidades del cliente de hostelería: "quien da más, por menos, es el mejor.".




Hasta hoy

Hoy, responder a las necesidades del cliente significa apostar por la calidad sobre la cantidad y por un equilibrio nutritivo que nutra de verdad, más allá de simplemente llenar.

Existe una larga lista de motivos por los cuales es necesario el servicio de hostelería: trabajo, turismo, ocio, cautividad, etc. Y esta lista es todavía más larga si, por cada motivo, sumamos las particularidades personales de cada individuo: tiempo para consumir, poder adquisitivo, necesidades nutricionales, dietas especiales, etc.

Por ello, identificar a nuestro target (cliente consumidor) es fundamental para orientar todos nuestros recursos al beneficio de fidelizar a un cliente identificado (cliente potencial). Esta sinergia es la clave actual para destacar una empresa sobre las demás. Tan fácil, y tan difícil.




Hasta aquí

Hasta aquí, todo lo planteado no deja de ser un tema meramente académico, que sumado a la experiencia acumulada en el sector, nos da una perspectiva inmersiva de 360º de cómo y dónde situar una empresa de hostelería para alcanzar el éxito comercial. Existe una quinta dimensión que es el encaje del modelo turístico y/o empresarial del sector y de la empresa, sobre el cual no existe un manual de instrucciones.

La calidad del turista que nos visita, la calidad de la comida que compramos, la calidad de la educación y formación de nuestros trabajadores, ..., son algunos aspectos intangibles que escapan a nuestro control y que dependen de otros factores administrativos y políticos.




Motivación

La motivación no surge de encontrar soluciones a necesidades, retos o problemas. La verdadera motivación nace al formular las preguntas correctas, aquellas que conducen a respuestas concretas.

"Sólo así, seremos capaces de liderar con autenticidad, trazar nuestro propio camino con firmeza y convicción, y destacar por no seguir lo establecido, sino por atrevernos a ser diferentes, genuinos y fieles a lo que realmente somos".










“Del saber al saber hacer: cómo la formación profesional transforma a las empresas”

  Hablar de educación y formación es hablar de dos caras de una misma moneda. Aunque a menudo se usan como sinónimos, lo cierto es que no si...